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Veterinarios con corazón


Cuando era pequeña deseé ser veterinaria para ayudar a todos los animales que pudiera. Y crecí, y conseguí el conocimiento y mi diploma. Y soy feliz ejerciendo cada día y/o cada noche.


Quizás ese deseo profundo que aparece con pureza en un determinado momento de nuestras vidas sea lo que luego marca la diferencia. Por eso escribimos hoy este artículo, dedicado a todos aquellos veterinarios con corazón, y para animar a las nuevas generaciones a que no pierdan la motivación que les hizo elegir una profesión tan bella como salvar vidas y aliviar el sufrimiento de nuestros hermanos los animales.


A lo largo de mi vida, he visto compañeros dejarse la piel tratando de mantener vivo a un pequeño ser que está muriendo en sus brazos, llorando ante el fracaso de no haberlo podido conseguir y explicándole a su familia que ha hecho todo cuanto ha podido pero ha sido imposible salvarle la vida. También he visto compañeros dejar la fiesta de Navidad con su familia para ir a atender a un yorkshire que se está atragantando con una gamba que ha robado de la cena. O salir a las 3 de la mañana con el frío del invierno y la lluvia a atender el cólico de un caballo a 50 km. de su domicilio. O metiéndose a quirófano sabiendo casi imposible el éxito pero reconociendo que es la única oportunidad para el animal. O proponiendo a sus clientes con pocos recursos económicos soluciones de financiación o trueques para no dejar atrás a su paciente enfermo. Porque, aunque finalmente todos trabajamos por dinero, todo esto no se hace solo por la ganancia. Si fuese así, rehusaríamos muchos de estos casos para tratar, sobre todo cuando nos sorprende en momentos delicados de nuestras vidas personales.


Pero, desgraciadamente, también he visto compañeros que no miran a la cara de sus pacientes mientras les exploran, les pinchan… lo hacen de manera tan rutinaria, la vida y la muerte, decidir, actuar, fallar o acertar y siguiente. Te hace pensar cuál es su motivación actual para tratar así a un animal, de manera tan impersonal e insensible.


Pero de ellos no vamos a hablar ahora.


¿Cómo reconocer si tu veterinario es un `Veterinario con Corazón´?

Primero, muestran comprensión a lo que está pasando la familia, a sus sentimientos, una empatía que te hace confiar que no te has equivocado y tu compañero está en buenas manos. Esta confianza que nace es transmitida al animal enfermo, el cual se vuelve receptivo a lo que ocurra durante la consulta, por lo cual los beneficios sanadores se multiplican. El ambiente se distiende y empieza la búsqueda de soluciones.


Quien mejor conoce al animal es su familia, que vive con él, y son muy valiosas las aportaciones sobre qué piensan que le ocurre. Y aquí el veterinario realizará las preguntas pertinentes para valorar el caso.

Durante la exploración para detectar los problemas ocultos, este tipo de veterinarios dan el tiempo que necesita el animal temeroso para oler el fonendoscopio que se acerca "peligrosamente" a su pecho, o al cachorro que le muerde la mano mientras trata de revisarle los oídos, o a ese que trata de saltar de la mesa en un descuido.


Esta paciencia los caracteriza. Y muestran el mayor respeto al animal que tanto les necesita en esos momentos.

Este tipo de veterinarios, si duda en el diagnóstico, puede preguntar a un compañero una segunda opinión, dejando atrás los egos profesionales. O si la familia decide ir a buscar confirmación a otra clínica no se sentirá ofendido y deseará lo mejor para el animal, dejando la puerta abierta al posible retorno de su paciente.


Tras realizar el posible diagnóstico, por duro que sea, encontrará la mejor manera de exponerlo para que lo entiendan y asimilen lo mejor posible. No se rendirá. Luchará buscando soluciones, estudiará el caso y hará comprobaciones para encontrar el mejor tratamiento, más efectivo o menos dañino a sus dolencias. Y si descubre algo nuevo, se pondrá en contacto contigo ilusionado y te contará que un compañero al que le ha contado el caso le ha recomendado un tratamiento nuevo que parece tener buenos resultados.

Son del tipo de gente que te llamará al día siguiente para preguntar si está mejor el pequeño. Y ya de paso preguntará por cómo está llevándolo la familia. Aportará ánimo y esperanza en los pasos que se están siguiendo esperando ver un resultado satisfactorio.


Cogerá el teléfono aún fuera de su horario para resolver alguna duda o complicación que haya podido surgir. Y si el resultado final es la curación de su paciente, verás en su cara la sonrisa de satisfacción y orgullo mientras dice: "de buena te has librado". Y si no logra salvar a su paciente, verás en su semblante marcada tristeza, incluso alguna lágrima, que no necesitará más explicación.

Te aseguro que si ya has encontrado a tu veterinario con corazón, lo reconocerás en estas líneas. Y si el tuyo no se asemeja mucho, pero al leer esto has descubierto que existen, corre a buscar, donde menos te lo pienses estará esperando con una sonrisa: "Buenos días, ¿en qué puedo ayudarles?"


Dedicados a los VETERINARIOS CON CORAZÓN que cada día se dejan la vida en la de otros.

PD. Si eres veterinario o piensas serlo, recuerda siempre la motivación que te llevó a decidirte por esta bella profesión. Si te has quemado, lo cual es fácil porque la vida familiar se ve repercutida cuando actúas siguiendo tu corazón, déjalo algún tiempo antes de retomar. Reflexiona, recuerda porqué lo amas tanto que cuando ves perros por la calle te irías a decirle si no se han dado cuenta que cojea o tiene otitis porque le has visto sacudir la cabeza. Lo llevas dentro, pero se te ha olvidado. Y cuando encuentres las fuerzas para volver, hazlo, renovado, con nueva ilusión, a ayudar a aquellos seres que son lo que más amas en este mundo.

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